Título original:
The Coming of the Quantum Cats
Autor: Frederik Pohl
Género: Ciencia Ficción, Fantasía
Sinopsis: Un avance sorprendente de la física cuántica ha hecho pedazos
las fronteras entre los universos paralelos y la historia se convierte en un
caos en que diversos mundos alternativos entran en colisión.
Como un ejército conquistador monta una invasión a las realidades
vecinas, un puñado de hombres y mujeres de una docena de líneas de tiempo
diferentes arriesgan sus vidas para salvaguardar una infinidad de mundos.
Mezclando suspenso emocionante con una especulación científica
brillante, La llegada de los gatos cuánticos de Frederik Pohl es un triunfo de
la imaginación por un maestro de la ciencia ficción ganador del Hugo y el Nébula.
Argh, en un principio yo creía que éste iba a ser un libro cómico por el
título. ¿Quién pensaría que “gatos cuánticos” iba a ser una cosa seria? Y me he
estado tomando mi tiempo para pensar en una forma de hablar sobre este libro.
El problema es que a veces soy muy dura con la ciencia ficción, ya me
regañaron por no haber estallado en emoción después de ver Interestelar porque resulta que conozco a alguien cuyo padrastro
físico alucinó con la película. Y pues yo no. Creo que es el mismo caso que La llegada de los gatos cuánticos.
Después del tiempo que me tomé para pensar en mis problemas, creo que
todo se resume a lo siguiente: me dejaron a medias. En ambos casos no se trató
ni de algo muy “técnico” ni de algo muy “casual”, sino de algo intermedio. Algo
intermedio que parecía que iba más inclinado a lo técnico, y que sin embargo no
pudo dar el saltito para desembarazarse de lo casual. Me imagino que es un
problema totalmente excusable, porque se supone que uno escribe para todas las
personas y eso significa que lo casual es una parte importante y que lo técnico
es para darle sabor al guiso.
Y hay ocasiones en las que soy muy ridícula. El origen de mi molestia
con este libro fue la forma en la que “explicó” el modelito de juguete del gato
de Schrödinger y por qué era base suficiente para que los militares quisieran
ponerse a lanzar misiles interdimensionales. En ese caso, alguien dígame con
qué departamento de los Estados Unidos hablo para que me asignen presupuesto de
investigación.
Lo que sí me gustó fue que pensara que tiene que haber alguna ley de
conservación entre los universos paralelos, y su intento fue curioso
Pero es una novela y se supone que intento ser imparcial en mis reseñas-
lo dice la mujercita que lleva escritas 400 palabras sobre cómo no está
dispuesta a ser madura-, con lo que pasaré a dar una opinión que excluya lo
antes mencionado.
Al principio me gustó mucho que trabajara con las posibilidades de sus
personajes, tomar a uno y divagar sobre cómo pudo haber sido si su contexto
imaginario hubiera sido diferente. Eso daba pie a explorar de un modo muy
amplio la mentalidad de los personajes que estaba tomando, pero de algún modo
la novela trató de otra cosa y no noté mucho trabajo en este aspecto.
Al igual que con la parte de ciencia no hay muchos detalles más allá de
“la base” que permitía que hubiera realmente muchos universos coexistiendo, ni
de la forma en que el contacto entre ellos fue posible. Por eso creo que más
que la esencia de la novela, estos mundos paralelos fueron un medio para hacer
una novela social. Porque después de mencionar “detalles” ambiguos, como que
para viajar de un universo a otro el científico tenía que picar botones hasta
que dejaba de estar borroso el asunto, la trama se desembarazaba completamente
de la tecnología y pasaba a hablar sobre militares o política o lo que fuera
que estuvieran haciendo los protagonistas.
En fin, que la novela trató sobre lo que puede pasarle a la sociedad si
alguna persona fuera capaz de hacer viajes entre mundos paralelos y cómo
usarían esa capacidad diferentes versiones de esas sociedades. Y luego está la
conclusión: que no se juega con ello y, si hay infinitas posibilidades, alguno
de los que son capaces será tan avanzado que se comportará como “el guía”. Pero
como no hay razón para pensar que las personas van a ser maduras al respecto,
para evitar el desastre era necesario deshacerse de ellos y por eso Frederik
Pohl se inventó un desenlace forzado, al menos para mi gusto.
Realmente no hubo
mucha conexión con el desarrollo anterior, creo que lo incluyó para hacer otro
tonteo sobre cómo sería un planeta habitado por determinadas personas y cómo
tiene que desarrollarse una cultura basada en ellas.
En resumen, La llegada de los
gatos cuánticos es interesante de leer, es un clásico de la ciencia ficción
y me parece que hace buen uso de las ideas que había (¿o hay?) sobre la
posibilidad de los viajes interdimensionales. No exageradamente ficticio y
buscando una base sostenible para sus especulaciones, Frederik Pohl se las
ingenió para traer al mundo esta obra que es al mismo tiempo juego y seriedad.
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