Autor: Neil Gaiman
Traducción: Ernest Riera
Libro: Autoconclusivo
Formato: Tapa blanda
Páginas: 224
Género: Ficción, Fantasía
Sinopsis: El joven Tristan Thorn está dispuesto a hacer cualquier cosa para conquistar el frío corazón de su amada Victoria, incluso a prometerle que le conseguirá la estrella que ambos ven caer una noche. Para cumplir su palabra, Tristan deberá cruzar el muro que separa su pueblo del País de las Hadas, un vasto territorio donde nada se parece a lo que él ha conocido, donde ni siquiera las estrellas tienen forma de estrella y donde los duendes y espectros campan a sus anchas. En ese mágico lugar, el joven no sólo hará cambiar su futuro, sino que también descubrirá cosas de su pasado que no podía imaginar. Con la ayuda de un unicornio, un barco pirata que surca el cielo, un árbol muy sabio y una florecita de cristal...¿conseguirá Tristan el amor de su dama?
Había estado evitando escribir ésta reseña por dos razones. La primera, y más importante, es que no quiero decir que no me gustó; porque básicamente sí me gustó, pero Neil usó mucho esa estrategia de narración en la que te cuenta en pasado y con pocas palabras todo lo que pasó. Así, sin un besito. La segunda, y la más cercana a mi corazón, es que tardé muchísimo tiempo en encontrarlo en la biblioteca y me rehusaba a entregarlo. La excusa más sencilla era fingir que lo ocupaba para hacer la reseña y lo tuve en mi escritorio como una semana.
Los personajes. La historia comienza con Dunstan Thorn, un joven como cualquier otro, cuya única preocupación es la chica que le gusta. Vemos con sus ojos la clase de vida que llevan en su pueblo y, con su experiencia, los peligros que encierra la convivencia con el mundo mágico.
Pero el verdadero protagonista es su hijo, Tristan Thorn, nacido de un encuentro fortuito entre Dunstan y una chica del pueblo mágico. A Tristan lo dejaron en una canasta en la muralla del pueblo y desde entonces se cría con su padre y su madrastra. Realmente no sé qué decir de Tristan, como personaje no llamó mucho mi atención y la forma en que actuaba podía ser algo...hueca. Toda su aventura comienza porque le prometió a Victoria la estrella que vieron caer y de ahí en adelante sólo se deja llevar por los acontecimientos. Me refiero a cosas como que si se cae en un río, pues nada; y si se topa con que la estrella es una muchacha, pues se la lleva.
La otra protagonista es Yvaine, la estrella. Ella me gustó más, pero creo que Neil Gaiman pudo haberle sacado más provecho. No encuentras una estrella caída en todos los libros y nunca entró en detalle al respecto. Pero bueno, Yvaine tiene carácter fuerte y, aunque no siempre es reflexiva, aprovecha las oportunidades que se le aparecen.
También son importantes para la historia los hermanos Stormhold, porque para poder reclamar su herencia necesitan encontrar a Yvaine. Y dale con la burra al trigo, de nuevo no me habría molestado saber un poco más sobre su familia. La tradición de los Stormhold es interesante,*SPOILER* en la que los varones tienen que matarse entre sí para poder quedarse con la corona, pero si alguien comete la osadía de asesinar a un miembro de la familia tienen que vengarse antes que nada *SPOILER*. Lo increíble es que con tan poca información Neil Gaiman haya podido crear personajes perfectamente diferenciables, aún si eran tan similares como Primus y Septimus, un par de hermanos Stormhold. En resumen, me gustó la idea de los personajes, pero no tanto su realización.
La trama. El libro comienza narrando la situación del pueblo y de ahí salta como 18 años al futuro, la razón es que cada nueve años ocurre algo especial en el pueblo: llega el día en que el mundo mágico y el mundo humano pueden convivir. Lo que pasa es que un día y una noche, en las afueras del pueblo, se pone un mercadito en el que los seres mágicos comercian con infinidad de chucherías, desde vinos y dulces hasta flores de cristal.
Ese aspecto de este mundo me gustó mucho, porque en un momento estamos hablando de lecciones de historia y al siguiente hay sueños derramándose:
Ahora, cuando comencé a leerlo tenía la falsa idea de que era un libro infantil, porque me fui con la finta de la prosa de Neil Gaiman. Como no se me ocurre una forma de explicarme claramente, les pondré un fragmento que me parece representativo:
No hay mucha magia en esta prosa, no hay "palabras bonitas", no es poética y no pretende disfrazar los eventos cotidianos. Pero es la forma perfecta para describir éste mundo fantástico, porque no está tratando de retratarlo como de cuento de hadas. Esta fantasía no es "mágica", sino que el mundo del otro lado de la muralla es "tan humano" como el nuestro. Los hermanos Stormhold tienen un conflicto de herencia tan corriente como cualquiera de la historia, la diferencia es que se arregla con recursos de fantasía.
En fin, mi punto es que me encanta la forma en que Neil Gaiman plasma sus ideas, porque no puedes evitar meterte de lleno en la historia. Lo único malo es que la historia transcurre durante muchos años y la estrategia que usó fue contar en pasado las cosas que ocurrieron en los momentos que no están escritos, y son un montón. Por ejemplo, digamos que está narrando normal algo que duró una semana, para luego pasarse a dos meses en el futuro y contar "de pasadita" lo que ocurrió en esos dos meses que no viste.
No tuve problemas con ese estilo durante el libro, pero en el final no me gustó. Sí quería saber cómo acabaron los personajes y a forma en que sus aventuras afectaron al mundo, y no habría sido sensato esperar una narración completa de todo lo que hicieron en tantos años, pero lo resume en un par de páginas y me quedé con una sensación extraña; como si hubiera estado cansada de leer y hubiera buscado un resumen.
Y así pasaban los días, y las semanas, y así pasaron también los años. Por un proceso de ósmosis, de chistes verdes, secretos susurrados y adivinanzas obscenas, Tristan supo del sexo a los catorce años. Cuando tenía quince se hizo daño en el brazo por caer del manzano que había junto a la casa del señor Thomas Forester; en concreto, del manzano que daba a la ventana del dormitorio de la señorita Victoria Forester, desde donde sólo había podido entrever un destello rosado y confuso de Victoria, que tenía la edad de su hermana y era, sin duda alguna, la chica más hermosa en cien leguas a la redonda.
Los personajes. La historia comienza con Dunstan Thorn, un joven como cualquier otro, cuya única preocupación es la chica que le gusta. Vemos con sus ojos la clase de vida que llevan en su pueblo y, con su experiencia, los peligros que encierra la convivencia con el mundo mágico.
Pero el verdadero protagonista es su hijo, Tristan Thorn, nacido de un encuentro fortuito entre Dunstan y una chica del pueblo mágico. A Tristan lo dejaron en una canasta en la muralla del pueblo y desde entonces se cría con su padre y su madrastra. Realmente no sé qué decir de Tristan, como personaje no llamó mucho mi atención y la forma en que actuaba podía ser algo...hueca. Toda su aventura comienza porque le prometió a Victoria la estrella que vieron caer y de ahí en adelante sólo se deja llevar por los acontecimientos. Me refiero a cosas como que si se cae en un río, pues nada; y si se topa con que la estrella es una muchacha, pues se la lleva.
La otra protagonista es Yvaine, la estrella. Ella me gustó más, pero creo que Neil Gaiman pudo haberle sacado más provecho. No encuentras una estrella caída en todos los libros y nunca entró en detalle al respecto. Pero bueno, Yvaine tiene carácter fuerte y, aunque no siempre es reflexiva, aprovecha las oportunidades que se le aparecen.
También son importantes para la historia los hermanos Stormhold, porque para poder reclamar su herencia necesitan encontrar a Yvaine. Y dale con la burra al trigo, de nuevo no me habría molestado saber un poco más sobre su familia. La tradición de los Stormhold es interesante,*SPOILER* en la que los varones tienen que matarse entre sí para poder quedarse con la corona, pero si alguien comete la osadía de asesinar a un miembro de la familia tienen que vengarse antes que nada *SPOILER*. Lo increíble es que con tan poca información Neil Gaiman haya podido crear personajes perfectamente diferenciables, aún si eran tan similares como Primus y Septimus, un par de hermanos Stormhold. En resumen, me gustó la idea de los personajes, pero no tanto su realización.
La trama. El libro comienza narrando la situación del pueblo y de ahí salta como 18 años al futuro, la razón es que cada nueve años ocurre algo especial en el pueblo: llega el día en que el mundo mágico y el mundo humano pueden convivir. Lo que pasa es que un día y una noche, en las afueras del pueblo, se pone un mercadito en el que los seres mágicos comercian con infinidad de chucherías, desde vinos y dulces hasta flores de cristal.
Ese aspecto de este mundo me gustó mucho, porque en un momento estamos hablando de lecciones de historia y al siguiente hay sueños derramándose:
-Disculpa- dijo una voz menuda y peluda voz a su oído-, pero ¿te importaría soñar un poco más bajo? Es que tus sueños se están derramando sobre los míos, y si hay algo que no soporto son las fechas. Guillermo el Conquistón, año 1066; no llego a más, y gustosamente cambiaría el dato por un ratón bailarín.
Ahora, cuando comencé a leerlo tenía la falsa idea de que era un libro infantil, porque me fui con la finta de la prosa de Neil Gaiman. Como no se me ocurre una forma de explicarme claramente, les pondré un fragmento que me parece representativo:
Ese día, una anciana regresó de los bosques cargando un armiño, en cuya garganta había una mancha roja. Lo depositó sobre el polvoriento tocón de madera y cogió un cuchillo afilado. Hizo cortes circulares alrededor de las patas y el cuello, y entonces, con su sucia mano, arrancó la piel a la criatura, como si arrancara el pijama a un niño, y volvió a depositar el despojo desnudo sobre la mesa.
No hay mucha magia en esta prosa, no hay "palabras bonitas", no es poética y no pretende disfrazar los eventos cotidianos. Pero es la forma perfecta para describir éste mundo fantástico, porque no está tratando de retratarlo como de cuento de hadas. Esta fantasía no es "mágica", sino que el mundo del otro lado de la muralla es "tan humano" como el nuestro. Los hermanos Stormhold tienen un conflicto de herencia tan corriente como cualquiera de la historia, la diferencia es que se arregla con recursos de fantasía.
En fin, mi punto es que me encanta la forma en que Neil Gaiman plasma sus ideas, porque no puedes evitar meterte de lleno en la historia. Lo único malo es que la historia transcurre durante muchos años y la estrategia que usó fue contar en pasado las cosas que ocurrieron en los momentos que no están escritos, y son un montón. Por ejemplo, digamos que está narrando normal algo que duró una semana, para luego pasarse a dos meses en el futuro y contar "de pasadita" lo que ocurrió en esos dos meses que no viste.
No tuve problemas con ese estilo durante el libro, pero en el final no me gustó. Sí quería saber cómo acabaron los personajes y a forma en que sus aventuras afectaron al mundo, y no habría sido sensato esperar una narración completa de todo lo que hicieron en tantos años, pero lo resume en un par de páginas y me quedé con una sensación extraña; como si hubiera estado cansada de leer y hubiera buscado un resumen.
En resumen, Stardust es una historia llena de sorpresas, la prosa de Neil Gaiman me encanta; la idea de los personajes es muy buena, pero no quedé del todo satisfecha con su desarrollo. El final también lo sentí flojo, aunque en general disfruté mucho de la lectura.
Y ustedes, ¿lo han leído?
¿Se les antoja?
Angie
Tengo muchas ganas de leerlo. Me pasa como a ti y la prosa de Gaiman me encanta, pero además es que esta historia en concreto me parece preciosa >.<
ResponderBorrarBesos!
¡Hola!
BorrarNo sé qué tiene Gaiman que te engancha tanto XD sólo he leído un par de libros suyos y ya lo adoro, no puedo decir que sean iguales (Stardust y El libro del cementerio). Lo único que comparten es esa forma tan bella de describir mundos. Y Stardust es bonito en muchos sentidos.
Nos leemos :D